Me perdí para encontrarme.
Fue una sensación extraña para acariciar ese plus de la vida que
innecesariamente hace falta. Encontrado y perdido, hice de la soledad el
eclipse que no el ocaso. Momentos de la vida en los que hace falta la reflexión
para conocer la altura de lo bajo. Lágrimas que surcan el camino abajo para que
suba la marea. Un mundo desconocido; encontrarse en él es el advenimiento del
cráter en el que vives y dejas de vivir. Un momento que estremece, una parada
eterna, un silencio que amortigua ruidos de muchos años, un desierto que
enmudece y una luz en el camino que alumbra. Mañana trataré de no perderme
porque después de este tránsito esos recorridos inhóspitos hacen llagas en el
alma. Seguro que amanecerá otro día, para contar otras historias y ver la
belleza de la vida esculpida en el pétalo de la rosa, para no expoliar la flor
y el rocío pueda atemperar calores.
Bonita prosa maestro.
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