Se agotan las palabras, para ir haciendo diariamente esa labor de denuncia y rebeldía, ante el atropello, la injusticia y la benevolencia del pueblo, que sufre las consecuencias poco consecuentes de quienes deciden el futuro incierto. Se agotan las palabras pero no la fuerza, porque en ella reside la bandera de la reivindicación, y el alma de los que carecen de ella. Y ahí, esta empresa morirá con la decencia y la moralidad, de exigir para aquellas clases desclasadas, SU TRABAJO Y SU PAN
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