El primero de los últimos, la esperanza ya es una quimera de quienes han pensado que era la salvación de los que no tienen. Mayo, primavera, y azota la angustia y desesperación de ver asolados derechos fundamentales del trabajador. Engañados por unos y otros, ya solo queda desobedecer a la obediencia. Hay que quebrantar el espíritu de la sumisión, para levantar la dignidad, y los valores del ser humano. No cabe arrodillarse, ante quienes han permitido, que la educación, la sanidad, y la igualdad social, hayan muerto mirando los vivos la defunción.
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