El futuro de los actuales
políticos son vaivenes de la incertidumbre, salvo casos aislados que viven en
la más absoluta tranquilidad y que, a su vez,
siembran la vacilación. La renovación de algunos grupos es de necesidad
imperiosa y se prevén cambios que oxigenen atmosferas cargadas. Con lo que
respecta al Gobierno hay delegaciones que piden a gritos el cambio -y hacerlos lo exige el sentido común-, aunque
Jesús Ros no es partidario de mover mucho el tablero de su ajedrez. En el PP bajo el dominio de
“La Emérita” es posible que repitan la mayoría -para ser minoría- y las
urnas esperan impacientes cambios, programas que se cumplan y la seriedad que
hasta ahora no han tenido.
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