Uno forma parte del proletariado de las palabras y va construyendo con ellas los momentos que la vida nos depara, el silencio que libera de estridentes ruidos, la soledad que es el paraíso del alma, la rebelión ente la injusticia, la forma de romper barreras para acabar con las limitaciones de la dignidad humana, el grito para que aforados a la mangancia prescindan de aceres impúdicos y reviertan la inmoralidad en honestidad, el bochorno que produce ver las colas del hambre, las diferencias entre el hombre y la mujer para hacer de la desigualdad la vergüenza ajena, las pensiones de jubilados que lastiman la conciencia, los desempleados en busca de trabajo y vivienda porque los ampara la Constitución y la clase política los somete al olvido, y políticos ávidos del ego y de vender lo que nunca hacen. Izquierda y derecha representan un fiasco porque no asientan a la sociedad en la estabilidad y en el bienestar social y viven para intereses propios de unos y otros. “Ser de la izquierda es, como la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de le hemiplejía moral”, Ortega y Gasset.
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