Recuerdo
con nostalgia las múltiples conversaciones mantenidas con el ilustre
socialista. El aula era la sexta planta de la CASA DEL PUEBLO y, a través de
sus charlas magistrales, se apagaron mis sombras para ver la luz. Gracias. Sus
conocimientos de la vida política eran un manantial de frescura en los días
calurosos y, en los invernales, el calor que mantenía las constantes vitales.
Era sabiduría, moderación, constancia, saber estar y un ejemplo de dedicación
al trabajo. Era para admirar y admirado es por quien esto escribe. El CATEDRÁTICO,
persona emblemática del socialismo y luchador infatigable de la justicia
social, es el alma mater del sentido común de la honorable casa. Un saludo
amigo.