domingo, 6 de julio de 2025

VENANCIO AVIÑO CAMPOS II

Venancio nos regala su obra maestra y deja en cada página de su Biblia la perfección del trabajo y el dominio de conocimientos ilimitados de su profesión. El autor –persona callada- habla a través de las letras de forma majestuosa y sienta cátedra de su imperio. Enhorabuena.

2 comentarios:

  1. Querido Evencio:

    Uno, que no tiene más mérito que el de saberse lector agradecido, se atreve —aunque no sin cierto pudor— a deslizar unas líneas que quizá pequen de impertinentes, pero que nacen del más honesto de los entusiasmos. Y es que hay silencios que, aun siendo comprensibles, se antojan excesivos cuando provienen de quien, como tú, ha sabido convertir la palabra en revelación.

    Tu última novela —permíteme que me abstenga de epítetos grandilocuentes, no por escasez de ellos, sino por respeto al misterio que toda gran obra suscita— ha dejado una estela difícil de ignorar. A cada página parecía que nos hablabas no desde un escritorio, sino desde un mirador elevado sobre la condición humana, como si Gracián hubiese vuelto, esta vez sin jubón pero con la misma lucidez afilada. Quien ha leído tus aforismos lo sabe: hay en ti un modo de mirar que inquieta y consuela, una ironía sobria que nunca hiere pero siempre desnuda.

    No diré que echamos de menos tus poemas y pensamientos —eso supondría dar por sentado que los días pasados fueron mejores, y tú nos has enseñado a desconfiar de esa nostalgia tramposa—, pero sí reconocerás que ciertas ausencias se notan incluso cuando nadie las menciona. Y algunos, quizá por deformación o por cariño mal disimulado, seguimos creyendo que el mundo sería un lugar menos gris si de vez en cuando volvieras a regalarnos esas breves iluminaciones tuyas, tan tuyas, que saben contener en dos líneas lo que otros no logran decir en quinientas páginas.

    Así pues, sin ánimo de presionar —Dios me libre, y tú me conoces—, sólo dejar constancia de un anhelo compartido, de esos que no se gritan pero se intuyen. Si en algún rincón de tus cuadernos o de tus pensamientos asoma el deseo de volver a escribir para nosotros, no te prives. Al fin y al cabo, algunos aún creemos que la lucidez también es una forma de generosidad. Y tú, Evencio, siempre has sabido practicar ambas.

    Con admiración y afecto,

    F. Guzmán

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    1. Gratitud infinita por tus palabras y demasiado elogio para un pobre hambriento de nada. Extraordinario tu comentario. Gracias y refúgiate de estos calores debajo de algún reglón.

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