La tragedia de Bucha debería tener una respuesta sin
debilidades y ajustada a lo que el dictador ruso merece. Europa no se puede
quedar impasible viendo el genocidio y pensando en el gas y el comercio. Como diría Miguel Hernández, no se puede estar con una mano en
el occipucio y otra en el precipicio. El miedo se vence con la valentía.
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