En los partidos políticos está instalado un fanatismo que atufa. Todos ven la aguja en ojo ajeno, pero no la viga en el suyo. Nadie es capaz de razonar porque llevaría implícito pensar y eso no está a la altura de una mediocridad que asola. Ocurre en todos los partidos y con el desconocimiento a flor de piel de un colectivo de evidentes limitaciones me lleva a recordar la cita de Sócrates: “Solo sé que no sé nada”.
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