Titaguas es un lugar que me
encanta, sus frondosos montes nos muestran con generosidad no contenida el
encanto de encontrar en ellos, un mundo que fascina y ensimisma, allí se queda
la mirada fija ante el cuadro que nos muestra la naturaleza, y entre lo sublime
de ese horizonte, se viven momentos en los que el alma encuentra su edén y la
vida el paraíso. Hay un silencio sonoro para descubrir la soledad y su
compañía, me atrae ese mundo que despeja el enzarzado de otros mundos, es un
habitad donde transcurre el tiempo con la bondad de haber encontrado en él la
cima espiritual del amor eterno. En momentos callados que adormecen el habla,
se saborea el polen de un misterio que da origen al aura del ingenio, la naturaleza
nos enseña la creatividad, y en ese fervor nos empuja a dejar estas vivencias
envueltas en cendal, para dejar las palabras ajenas a las heridas. Vivencias
para contarlas y puedan dejar en el folio blanco, el surco arado para que la
simiente crezca entre el canto del pájaro, la vaga mariposa, impregnado de
olores que trasmiten oxigeno y la quietud revoloteando.
Siempre te digo maestro que mejor la prosa que la política porque te deja satisfecha.
ResponderEliminarLa miel de tu colmena.
ResponderEliminarRelaja leer la prosa.
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