jueves, 7 de septiembre de 2023

MICRORRELATO - VICENTA

Cuando el calor de la tarde remitía, Vicenta se acercaba a la finca de su padre y, no exenta de sudores por el largo recorrido, a su llegada al feudo le esperaba el banco de madera para recobrar fuerzas y ayudar a la recogida de hortalizas que su padre cuidaba con esmero. La tierra árida hacía posible que Vicenta tarareara: “Agua junta riega el prao”. La lluvia se convertía en el mayor deseo de Aniceto para que su hacienda dejara de ser un latifundio de secano. Vicenta, aliviada por el trago de agua del botijo y agobiada por los mosquitos, llenaba la cesta de mimbre de lo que daba el día pimientos, tomates, pepinos, zanahorias, lechugas, acelgas y espinacas. Eran tiempos de otras sequías y la recolecta menguaba algunas necesidades no evitando privarse de otras. A su regreso, Vicenta la esperaba su madre Bernardina con mirada triste para ingeniar con las verduras la cena a la luz del candil y mantener la perenne vigilia.  Mientras, Aniceto, pañuelo en mano, se secaba el sudor de la frente y, amante de la literatura, llevaba unas cuartillas amarillentas en su carpeta escritas a máquina por su primo Lorenzo y a la sombra de unos chopos  se entretenía leyendo a Lorca y mataba el tiempo entre verso y verso, el tiempo que le faltó al  poeta.

1 comentario:

  1. Irene Montero, Belarra, Echenique Yolandita, etc., a la cárcel de por vida y Pedrito y Pablito aunque resuciten

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