viernes, 9 de abril de 2010

VIERNES SANTO

Es Viernes Santo por la tarde y pongo rumbo a mi pueblo para presenciar la procesión del entierro del Señor desde el balcón de la casa de mis padres y vivir momentos ancestrales. Mi primera visita a la llegada es el Cementerio. Allí están mis padres enterrados y mis familiares. Es preceptivo hacer un recorrido de buena voluntad para recordar a las personas que yacen en ese lugar sagrado y que en su día fueron amigos y vecinos. Aquí es el unico lugar donde no encuentras enemigos. Después de visitar la tumba de mis padres y establecer un dialogo mudo, la siguiente es la de mi tia Paca, y utilizando la suavidad de sus formas le recito una estrofa de EL TREN EXPRESO del canto tercero que no pocas veces me recito ella, y que es la siguiente; Mi carta, que es feliz, pues va a buscaros,/cuenta os dará de la memoria mía./ Aquel fantasma soy que, por gustaros,/ jugo a estar viva a vuestro lado un día./ El momento ceremonioso y mágico allí quedó para traérmerlo. Aquella Paca de la toca negra era el prodigio humano, la perseverancia de la ternura y no adoleció de exquisitez en el lenguaje, en la educación y las formas, y merece utilizar aquellos modos majestuosos para corresponder a tanta grandeza, aunque mi tren de la literatura es de cercanías y ella viajó en tren expreso.Le digo adios pero no me voy. Sigo pacientemente paso a paso con las paradas obligatorias para reflexionar lo que es la vida, y la realidad supera la ficción cuando delante de mi tengo la tumba de José Luis Terrádez, en un extremo mi admirado Antonio Illan y en otro a Isabel Nieto. Me dieron ganas de decirle levantate y anda, pero imperó el silencio para no molestarla. Marcan las tumbas el año 46 y la muerte de dos de mis tias, Presentación y Sofia, murieron jovenes, seguramente para disfrutar con demasiado tiempo anticipado de la muerte y el resto de la familia del dolor que no tiene cura. Llego a la tumba de los hermanos Cárcel y Fuentes asesinados el 9 de Octubre del año 36 en la guerra civil, para vivir un momento de sublevación y rabia contenida. Termino de visitar a todos los familiares y retorno a la tumba de mis padres para decirles que volveré. Momentos antes departí con Javi Nieto, trasmitía alegría, excelente chaval del que guardo un grato recuerdo. Terminado este periplo llegué a casa de mis padres para presenciar la procesión del entierro del Señor. Me conmovieron los recuerdos, solamente los recuerdos, era presente pasado, hubo miradas torvas para certificar el origen de la tierra y congelación subliminal de los sentimientos para que perduren en el tiempo. Era ayer y no hoy. El horario fuera de hora, el cura no estaba en la procesión pero no estaba exenta de Obispos y Cardenales ni de Maria Magdalena, todo igual y desigual, con el equilibrio justo del desequilibrio, las solemnidades las de antaño. Pasaron los pasos y los que dejaron huella. Vi lo que no hay, hermandad, eso decia el estandarte de la Vera Cruz, la VERÓNICA, A SAN JUAN, EL SEPULCRO y detrás a la masa en la oscuridad de la noche flagelada por el dolor, el frío y los recuerdos. Al final, en el anfiteatro del Atrio y al lado de la fuente de JUAN CASAMAYOR, escucho junto con PEPE SILLA, uno de los cánticos más proclives en la tierra al surrealismo, el perdón. Eso era exclusividad solamente de; ANTÓN MARTÍN, y en todo caso la piedad la encontraran en la ERMITA.

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