El país sigue en el
trapecio, en espera de que los políticos se pongan de acuerdo para saber quien
dirige la España precaria de estadistas y políticos en el abismo del sentido
común. En todas las reglas hay excepción, menos en esta. Menos mal que las
olimpiadas han desengrasado el tedio permanente con lo que sus señorías nos
obsequian. Estaba pensando que si hubiese unas Olimpiadas para políticos nos
volveríamos a casa sin medallas y con el ridículo asegurado. La España de la
corrupción no es digna de que la dirija Mariano Rajoy pero tampoco es digna de
que sea dirigida por aquellos que solo piensan en el sillón, en el beneficio
propio aunque el país ponga cerrado por QUIEBRA.
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