Ayer no vi el discurso de
investidura de Mariano Rajoy por aquello de proteger la salud mental. Me
interesó más un documental en el que pude ver morsas, monos, libélulas y otra
clase de insectos. Huí de lo que epata, de palmeros y resignados. Huí porque la
esencia moral no estaba en el Congreso de los Diputados. Huí para evitar tener
que oír que los parados encontrarán trabajo, los desahuciados una vivienda
digna, los dependientes cobrarán sus pagas y los pensionistas no se morirán de
hambre. Estresa tanta insensatez y relaja la selva y el mar. La lentitud del
vuelo de las libélulas me recordaba el paso lento de la moral de los políticos.
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