A veces me invitan a comer o
cenar y no soy afín a regodeos estomacales y Omeprazol`, y opto por la poesía
de los huevos y patatas fritas en casa y me ausento de determinados festines. Y en ese mundo sibarita de la
sencillez preparo entre soledad y plato el banquete del renglón para evitar que
el mañana no tenga su ausencia.
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