Hora y media de charla en el
despacho de “El Galgo” ha sido más que suficiente para comprobar la lucidez, la
perspicacia y la agudeza de un Jesús Ros
en plenitud del saber y estar. No es
habitual en este mundo de la política ver tanto en un espacio tan reducido. Con
hambruna de hacer cosas como si fuese un recién llegado en busca de
protagonismos que no le hacen falta.
Corre a paso lento más que nadie.
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