España
es un país de paletos y cobardes. No se explica
de otra forma el reparo, reserva, y
prejuicio, de una sociedad a la que le invaden el bienestar social, y
permanece con la guardia baja con una actitud excluyente de valentía. No es
admisible ser la reserva del paro y permanecer en jarras viendo el apocalipsis
de la corrupción política. Y produce perplejidad ver a un pueblo anestesiado,
amparando y protegiendo con el silencio la muerte agónica de todo un país. Este es un país de paletos y cobardes, porque permite, tolera y transige el expolio del
bien común, para que sea privado. Hace falta salir del deleznable subterfugio,
y recobrar valor y valores, al menos que ondee en el enhiesto mástil de
parados, pensionistas, desahuciados y dependientes, LA DIGNIDAD.
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