Este país de folklore,
carajillo y siesta, vive en la inopia, y en la ambigüedad, porque no vivir en
ese mundo, estaríamos hablando de otro. Pero este, refleja ese estado de pobreza, de abandono de la
autoestima, de la pérdida de valores, de valor, de saber y estar. Ausente y
terminal proyecta su propio final, viendo que la agonía anuncia el eclipse de
un pueblo que abdica a su propia dignidad.
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