Ya se ve en las
grandes ciudades los alumbrados navideños sin que signifique que sus alcaldes
tengan luces. Aquí el despilfarro es la prioridad de egos personales a cargo
del erario público. Es una mezcla de altivez y petulancia con algunos casos de
soberbia. “La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió”
(FRANCISCO DE QUEVEDO).
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