Los 102 años de tu existencia acumulan una vida construida y edificada entre gozos, sombras, lunas llenas y menguantes. Una trayectoria que hizo posible que fueras abandera de la derecha y racial defensora de la izquierda. Dos mundos opuestos a los que protegiste sin pensar en los perjuicios de la tutoría de tus ideas. Con la garra y la raza que te caracterizó, rompiste moldes prohibitivos en una sociedad a la que todavía le falta levantar el vuelo de la libertad. Te sobró valentía en la tierra del valor contenido. Hoy, con tu voz apagada y la mirada triste, vives en el silencio atrapada por el Alzheimer para evitar recuerdos y evadir la nostalgia, pero todavía queda memoria para impregnar estas letras de aquella vitalidad tuya y dejar el sello inconfundible de tu lucha, tu pasión y tu fe en aquello que defendías. En tu longevidad viste amaneceres, días sombríos, montañas nevadas y banderas al viento, arriba los pobres del mundo, en pie los esclavos sin pan y “¡Viva la internacional! “
Sobreviviste a
dolorosas muertes y a la amargura que produce ver la desaparición de seres
queridos y llevaste en tu luto la miel de la pena.
En esta época en el
que la vida te sitúa en el más estricto mutismo, estos renglones hablan para
que tú no te molestes y dejan la impronta de la gratitud a la generosidad de tu entrega a la familia, tu sentido solidario sin
dobleces y ese apodo mítico de “ARDILLA” que siempre será un icono en el
PINILLO.
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