Hay personas que viven extasiadas de envanecimiento pensando que son dioses y hasta habría que adorarlos. No sé si habrán nacido en Belén pero lo mismo se lo creen. O, tal vez, en Nazaret. Quizá idolatren el pesebre. Lo curioso del caso es que venden humildad, sencillez y humo para difuminar caras propias que no dejan de verse.
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