Alfred Costa hace acto de presencia en el sepelio y, aunque no me escucha, le digo: “No retrasmitas el entierro por “A punt” no sea que te cueste el cargo”. Comparte con compañeros la extrañeza de mi adiós y escucho que alguien le dice: “Hace dos días estuve tomando café con él”. Las cosas propias de estas situaciones inesperadas. En el recuerdo Maestro el prólogo de mi libro donde sentaste cátedra, la sima de tus palabras en la presentación, y hoy escribiendo el epílogo.
Pasaba el tiempo y los concejales de VOX sin llegar, no son
puntuales. O, quizá, estarían en alguna sala contigua esperando la
incineración. Los que sí están son Mariángeles Lerma y Juan Gómez cuerpos y
almas del partido.
La llegada de Pau Alabajos me emociona cuando el cantautor
entre el gentío canta en castellano: “Hacía ti morada santa, hacía ti tierra de
salvación”. Contengo las lágrimas. Un gesto de aplauso. Víctor Medina que
estaba a su lado le escucho con voz tenue la oración del Padre Nuestro. ¡Morir
para ver! Para que nada le faltara al entierro fluyó la moralina en su
esplendor.
No faltan al funeral Modesto Ortega, Ricardo Rico y Toni
Martínez. Amigos entrañables con los que no pude evadir la rutina diaria por
aquello de que el menú era invariable: futbol y política. Académicos del
lenguaje universal.
Carmen Calvete, Alfredo Ros e Inma Costa no salen del asombro
del suceso y le prometen a mi mujer la ayuda necesaria para sobrevivir al drama
que está viviendo. Las lágrimas de Inma me conmueven porque llorar es
manifestar la verdad del sentimiento. Me voy orgulloso de haber sido participe con
vosotros de amenas charlas en las que siempre estuvo presente la armonía.
No podía estar ausente Victoria García Cuenca modelo y
ejemplo del altruismo. Un bien del pueblo que no tiene precio y conocerla un
regalo de la vida que siempre viajará en mi alma. No cejes nunca en esa labor
que te eleva a las alturas donde solamente la ocupan los elegidos.
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