España es un país grande con diminutos gobernantes. Estar en un puño significa vivir en la reserva del sentido común y remar contracorriente. Hace falta cambiar para ver la luz y no tener que apagarla todos los días. Con tanta oscuridad apetece ver en la Moncloa a un presidente menos narcisista para evitar que se perpetúe en la egolatría.
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