Hay fuegos que no se apagan
en este travieso mundo de la política. La zancadilla forma parte de juegos que
por visibles molestan y son la cruz del decoro. Esta modalidad quiebra la
esperanza de que este colectivo pueda vivir en la normalidad de la pulcritud. No es cuestión de lejía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario