El progreso de un pueblo se
manifiesta a través de los parámetros de la cultura y la educación. Ya sabemos
de cotas bajas que en otros tiempos fueron la raíz de vivir en el descampado de
precariedades inadmisibles. Esos conceptos básicos deben ser el inicio de la
esperanza de generaciones venideras en las que la plenitud de la formación
marque la pauta del desarrollo, prosperidad y la esencia que haga posible de
que el país no se detenga.
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