Hay que desterrar el
fatalismo y el derrotismo instalado en el espacio que vivimos, no es palabra de
Dios, es la voz de la esperanza Monárquica. El Príncipe, moderador de tiempos
inestables, vive entre la calma, y el sobresalto familiar, para que tengamos
que vivir, la ansiedad y la angustia que generan, los huéspedes de la ZARZUELA,
y los que permanecen, en alguna tocada ala.
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