lunes, 18 de agosto de 2014

EL MESIÁNICO

 Algún “líder” político debe tener presente que la prudencia es la virtud que define a un buen político. Cuando se demuestra el dominio de la imprudencia, se abren las puertas para ver las carencias de quien piensa que no las tiene. Y demostrado queda su afán de engreimiento, arrogancia vomitiva, inteligencia caducada, indigente de humildad, extasiado de fanfarria y orfebre del narcisismo. Y debe tener en cuenta que los imprescindibles no han nacido todavía.     

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