Paseaba
tranquilamente por la orilla del río en una tarde calurosa con el agua en
calma, las libélulas aterrizando en los juncos, los gorriones revoloteando, los
grillos poniendo su sinfonía, los mosquitos en su tarea de picar y la mirada
ensimismada de ver lo versátil que ofrecía el paseo. Decido hacer un alto en el
camino y en un verde ribazo se va enjugando el sudor y viendo a otros amigos
del paseo sus lentos pasos que los años detienen la prisa. A mi lado un zarzal
ofrece sus moras negras y me entretengo cogiendo algunas y el paladar agradece
su dulzura. La zona por la que transito de regadío invita a ver a los
agricultores haciendo sus labores y algunos recogiendo con la azada al hombro,
la espuerta con hortalizas y camino de casa para recuperar el esfuerzo diario.
La silla y la calle es el paso siguiente para tomar el fresco, dialogar con los vecinos y esperar la cena. El
guion termina con la tortilla de patatas y embutido. El menú no será la última
cena.
martes, 6 de octubre de 2020
UNA TARDE DE PASEO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario