domingo, 18 de octubre de 2020

VIAJE A LOS ANCESTROS - NO BORRA EL TIEMPO EL PASADO

Andaba yo con paso lento por algunas calles de mi pueblo sin ver a nadie seguramente por aquello del COVID-19 y porque la sociedad cambió cuando la derecha tuvo que liar los bártulos y despedirse del poder. Hay un segmento de la colectividad de mentalidad invariable que no entiende que ellos sean pasajeros y otros conductores del ya largo viaje. Los pasajeros de la democracia vivieron una época ausentes de deberes y obligaciones porque carecieron de capacidad y fueron sobresalientes en la ineptitud. La holganza fue el común denominador de una época de iniciativas en excedencia. Dejo claro que no me pierde la pasión por absolutamente nadie porque todos son iguales para no ser diferentes. Los actuales tiempos nos muestran la primavera de la modernización y el avance del progreso, pero yo soy devoto de la arquitectura rural que es la esencia de los pueblos. Tampoco tengo nada que reprochar a la innovación, pero mi agrado queda aquí reflejado sin titubeos. El gran problema de la sociedad de mi pueblo es que el tiempo no borra el pasado y siempre está presente. El conocimiento de la sociedad  y el sentido común me lleva a pensar que hay muchas mentes llenas de vacío. Ojalá las nuevas generaciones muestren el amanecer del mundo extrovertido, la comunicación, la educación, el respeto y descubran la vida social y se aíslen de desiertos inhóspitos. En el corto trasiego de mi estancia observé el río con  agua templada, sin corrientes, con el encanto especial de siempre y me acordé de las aguas hipersalinas del Mar Muerto, la magia del río es un caudal de vida que genera a la Villa el rocío de la belleza. Hubo una época donde su orilla y el olmo de la Plaza fueron el caudal de la palabra viva y de aquel pasado solamente queda el silencio de la diatriba.

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