Estrecha es la senda por donde camino, y el pedregal hace que el paso sea corto para ir sorteando con habilidad los obstáculos que hay en el camino. Y la lentitud hace posible mirar el encanto que nos muestra la arboleda llevándome el pensamiento a ver sembrada la tierra en otoño de hojas muertas, que darán vida a vidas inertes que necesitarán de miradas en otras hojas. Leer sería la congelación de la dejadez y la pereza, y la virtud de evitar otros obstáculos en la vida, y andar por caminos llanos. Por eso mi empeño es total, y ni las ampollas en los pies harán posible renunciar a vivencias que supongan el bien ajeno. Enmarcaremos este relato miniaturista como un trayecto corto donde subyace la lisonja del subconsciente, solo pensando que no se privaran de hacer uso de este contenido y su compañía evitará la soledad para que su mirada sea el oxigeno que haga del cansancio la demora que no tiene espera.
Efectivamente, hay cosas que no tienen espera, y esta es una de ellas
ResponderEliminarComo siempre de lujo.
ResponderEliminarMe agrada, pules lo que está pulido.
ResponderEliminarTe leeré porque es un alivio.
ResponderEliminarHay pedregales Evencio que saltarselos cuesta mucho, pero bien haces en hacer lo que haces.
ResponderEliminarComo es un bien tan escaso
ResponderEliminarNo dejes de escribir prosa
Que de leerte no paso.