viernes, 22 de marzo de 2013

ANDRÉS CAMPOS



Andrés Campos no se da cuenta de que su propio Partido le embarga el futuro político en la Ciudad. Es inconcebible que sea devorado por su propio ego. Pero cuando se hace gala de la suficiencia insuficiente, se encuentra en el punto de salida sin posibilidad  de retorno. Yo que soy partidario de la eterna juventud, me encuentro en la disyuntiva de optar por la efectividad de la formación, y la permanente vigencia de  la humildad. Cuando se carecen de estas virtudes, no se vive en el mundo edénico. Quizá en otro donde la trascendencia, sea intrascendente. En ese submundo se acoge al que obviamente le falta aplomo, equidad en sus decisiones,  constancia en la globalidad de su trabajo y rectitud en aquellas decisiones identificativas de la demolición de la ética.

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