Sereno y distendido está Benedicto XVI en su nueva residencia. Lo mismo que
Rajoy. O quizá en ese mundo placentero se encuentre el Monarca. Mientras
el emérito Benedicto se mueve en el universo de la inclinación a la
complacencia del alma, otros todavía la tienen que descubrir. La elegancia y
distinción de quien dirigió la barca petrina, nada tiene que ver con los que
carecen de paz interna y transmiten cierta semejanza en aptitudes que no causan
admiración, y cosechan el rechazo.
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