El Gobierno se aferra al oficio de podador. Y sin ser
amigo de la hoz, lo que mejor
hace es segar. Amén de que sus martillazos frecuentan al pobre con
inusitada reiteración. Hasta ponen entusiasmo en ese paroxismo delirante.
Herencias aparte, estos no dejaran ni Notarios para levantar acta del mayor
engaño de la historia democrática.
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