Con el nacimiento de la primavera, “la otoñal
estación” vive el latrocinio de la clase política y advenedizos de la vida
social. Y seguimos con esta España incombustible de rateros ilustres fundidos
en el crisol del verbo. Y menos mal que está exento del expolio. Prosigue
eso sí, el Gobierno inquisicional, y el pueblo con la paciencia de JOB,
esperando el crecimiento de las empresas, la disminución del paro, y el freno a
los desahucios. Y mirando a CHIPRE para quizá tener que vernos.
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