Los griteríos en los plenos
cuando alguien está interviniendo es, además de mala educación y falta de respeto, un
comportamiento que no se debe permitir. A lo largo del tiempo he escuchado muchas
intervenciones y nunca se me ocurrió levantar la voz, a pesar de no gustarme
muchas de ellas. La ramplonería y la inelegancia deben estar ausentes
porque la vulgaridad invita a no asistir. Y la tolerancia en estos casos, sobra.
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