La brevedad de la
vida es la consecuencia de que el tiempo no se detenga y envejeces sin darte
cuenta para darte cuenta cuando envejeces. El soplo del tiempo en el que has
vivido se desvanece y el regalo de vivir encuentra, sin querer o queriendo, el
estado inamovible del reposo eterno. Así es si así os parece. Durante la
existencia se viven momentos de felicidad para acabar con la amargura del adiós
que entierra periodos en que la vida mostró la cara del bienestar. Decía Punset
que antes de la muerte hay vida y después de ella la muerte se atribuye el
derecho de no responder. Callada ella, mejor respetar su silencio.
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