Mi mente viaja todas las noches en busca del monte, de la naturaleza, del silencio, la soledad y la barraca en ruinas que me permite refugiarme en ella y encender la lumbre para encontrar en su llama la mirada fija y la ausencia de estrés que produce estos tiempos siniestros. Alivia su calor porque pensar en otros calores enfría el pensamiento. Así consumo parte de la noche cuando el sueño se desvela y no deja de soñar.
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