lunes, 8 de febrero de 2010

DESPUES DE LA MUERTE HAY VIDA

Después de la muerte hay vida y a estas horas de la madrugada sueño. Espero queridos amigos, que vuestro descanso sea mi desvelo para poder dejar esta noche mis sueños cumplidos, que no son otra cosa que vivir de la catarsis de escribir. Y como hay personas que se ocupan de lo que escribo, no es admisible cercenar a los ojos tanta vida. Y como no personas preocupadas de lo que puedo escribir. Hay además gana de muchos, y no de pocos, de conocer no cuáles son mis principios sino mis fines y que por supuesto haya afinidad. Se nota una cierta convulsión a veces compulsiva que refleja el arco iris sin colores. Y hace posible que mi tranquilidad repose sin posibles alteraciones. Diré que yo soy afín en política a la seriedad, al rigor, al sentido común, a la utilización de la fuerza de la razón y no a la razón de la fuerza y que duda cabe a la honestidad. Si usted se ve aquí reflejado y quiere subirse a este barco, la puerta la tiene abierta desde la proa a la popa y desde estribor a babor; soltaremos amarras y navegaremos al mundo de lo desconocido que es ese compendio de adjetivos que hoy se vulnera con excesiva frecuencia. Ser impacientes es en muchas ocasiones fruto de la inmadurez, y desde esas posiciones poco aquilatadas se puede uno encontrar con la esvanecencia del amanecer de mañana, o lo que es igual, la muerte súbita del futuro. En el transatlántico de la vida política hay que utilizar la moderación, la cautela, el saber escuchar y no oír y hacer de la humildad la perfecta identidad de la persona. Sólo de esta forma se puede llegar y no quedarse en el camino. No haceros aliados de la inseguridad que es el perfecto amigo del fracaso. Hay una norma que siempre debe tener vigencia: el respeto, cuando se pierde, caes estrepitosamente al abismo. Aquellos que tienen la obligación de trabajar en la vida política no puede exigir a los demás lo que debe hacer él. El esfuerzo, la dedicación absoluta de cada individuo permite saber quien es quien. Y la duda y la desconfianza es la forma de legitimarse en el desequilibrio. Después de la muerte hay vida.

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