Para
saborear el elixir del sentido común, hay que sentarse con el CATEDRÁTICO y
vivir lo no frecuente del día a día. Y
aunque estas charlas no son habituales, cuando
se producen te liberan de cargas acumuladas de perpetuos de la trivialidad.
Escuchar la palabra justa y medida es el medicamento que necesita una
Agrupación famélica de la sagrada oración. Cuando en el vocablo aflora la
coherencia, se habilita el fundamento de asentados cimientos y libera cuerpo y
alma de grietas y aluminosis. Un placer CATEDRÁTICO.
Un lujo de persona.
ResponderEliminarMarca las diferencias. Lo explica Evencio de forma excelente.
EliminarMarca las diferencias. Lo explica Evencio de forma excelente.
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