Si hay terceras elecciones,
los políticos habrán expedido una ventosidad al pueblo y no estamos libres del
hedor. Quedará para el recuerdo la altura de los bajitos. El pueblo, que es un
modelo de tolerancia, hace de la permisibilidad la comodidad de los pertinaces a la bicoca. Una rebelión
social pacífica sería lo justo ante tanto desmadre político. Una, o
dos.
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