Me remite un artículo una
excelente persona, de Diego Crescente que leo con detenimiento y que habla de
cómo ser líder político en el siglo XXI, haciendo referencia a seis cualidades
que son la guía no imaginaria de hombres de estado. Habla de la credibilidad, y cita a Barack Obama como gobernante que
generó en su día la fórmula magistral de su éxito. De Winston Churchill como ejemplo de firmeza y seguridad. De Rudolph Giuliani como modelo de autoridad, y no como autoritarismo,
forma esta que convierte al líder
político en un caudillo local y
pierde la referencia del partido para convertir la política en el mismo. La honestidad recae sobre Robert Schuman, la convicción a Gandhi,
como símbolo perfecto de esa cualidad y la empatía con mi admirado John
Fitzgerald Kennedy, que supo cautivar las emociones de su pueblo y hacer de
su trabajo: la política. Las citadas características no excluyen otras muchas
que hacen posible buscar la perfección y ser auténticos imperfectos.
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