La Iglesia debe adaptarse a
los tiempos que vivimos y aparcar el espíritu y la letra de tiempos
inmemorables. Aunque cambiar la comodidad sería incomodo. No estaría mal que en
estos tiempos convulsos predicara con el ejemplo y se desprendiera de lujosos
patrimonios porque es inconcebible el lujo en la casa de Dios. En esa casa se
debe profesar el culto a la humildad y la pobreza. Si ahondamos más, nos
encontramos con ese Tercer Mundo desvaído y desnudo, que choca de frente con
lujos que visten al mundo eclesiástico. La Iglesia no puede ofrecer esa imagen
cuya estampa de vestimentas esculpidas en el oropel de la riqueza, quiebra la fe. ¿Qué puede pensar
cualquier mortal cuando el Tercer Mundo nos muestra las camisas tejidas con su
propia piel? Aforados al bienestar y
predicando el amor.
Que verdades dice D. Evencio Tortajada y que bien escribe usted. Vive en un mundo de permanente ingenio para hacerlo diferente y no formar parte del tedio y la miseria cultural.
ResponderEliminarNo sobra ninguna palabra y el post se ajusta a una realidad que sonroja.
ResponderEliminarEfectivamente. En esta vida hay que dar siempre ejemplo en todo lo que se hace.
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