lunes, 20 de enero de 2020

MICRORRELATO - A LAS CINCO DE LA TARDE


A las cinco de la tarde en el estrecho callejón de su domicilio y sentado en una piedra, Juan consumía los minutos de impaciencia esperando a Adela mirando al río, escuchando el ruido de su corriente y viendo revolotear a los patos en el agua.  Mientras, la siesta se adueñaba del balsámico silencio que requerían esas horas. Cuando llegaba Adela el calor del verano se fundía en otros calores y el amor daba rienda suelta a la pasión incontrolada y, la fogosidad ponía acento a los sudores y al éxtasis del delirio del placer. Apagado el ímpetu y recuperado el color de la epidermis de los amantes, los patos seguían en templadas aguas, aleteando los gorriones y la piedra con una capa de humedad para refrescar el árido aposento.

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