Resulta heroico, en estos tiempos convulsionados, poder vivir. Es épico que en la época del malestar social los damnificados estén aforados a la desnutrición y al ataúd. ¡Qué putada! Y me tengo que morir Doña Elisa Ortiz viendo la hambruna del pobre y con la hacienda de la eternidad. ¡Qué putada!
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