Ausente de la vida política del pueblo y refugiado de aconteceres que generan tristeza, sólo recuerdo de mis pasos por ese mundo, que no son los de Semana Santa, a ver cadáveres de la política, retazos de intervenciones de sus señorías sin fortuna y premiados sin ser habituales al juego. “La fortuna nunca hizo a un hombre sabio”, Séneca.
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