El cociente intelectual de los políticos no hace falta analizarlo. Se ve, se nota y se padece. Es el Cademot de los desiertos. Neuronas vacías y vergüenzas al viento. No estaría mal que se instruyeran en la Universidad de Harvard y al menos se doctoraran en la ambición de aprender, pero quizá evitar el viaje sería evadir la ignorancia de nuestras carencias. “El que no se atreve a ser inteligente, se hace político”, Enrique Jardiel Poncela.
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