Estoy escuchando “Un ramito de violetas” de la admirada Cecilia en mi comprimido despacho entre el aura de las letras, folios, carpetas, libros, recortes de prensa y leyendo, en este pequeño taller literario, a los hermanos Machado, la poesía cercana de Elvira Sastre, el anuario de Vicent Alabajos, escuchando al maestro Zequi “Desde su terraza” y tratando en esta orilla del silencio, ausentarme del mundo para vivir en el ecosistema que curte, sensibiliza y hace posible que soledad y nostalgia configuren el alma de extraviados renglones que acabarán encontrándose. “Un ramito de letras” con el aroma dulce que embriaga la tarde y encoge la piel. Momentos felices donde el pensamiento da rienda suelta y trata de dejar en el pétalo morado el rocío de las letras y escarchado el verso con el calor de la mirada.
“¿Quién te escribía
a ti versos? Dime niña ¿quién era?
¿Quién te mandaba
flores en primavera?
Con amor las
recibías, como siempre sin tarjeta
Te mandaba a ti un
ramo de violetas.”
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