Mi mente me traslada al ayer y a la patria chica para excavar en el barrizal del pasado las huellas de un periodo de la vida en el que el candor comprimía las alas para volar. Era un mundo de versátiles ideas sin ellas y, un tiempo, sin tiempo. Época de fríos, nevadas y escalofríos. Época de miserias al descubierto, pan duro, aceite y pimentón. Época de cultura castrada y de educación roída. Época de misa, sermones, Evangelio de San Mateo, confesiones de pecados veniales, procesiones, palio y salvas al aire. Época de casino, café, partida de dominó y dominados. Y en el tapete verde, el tute y la brisca. Mi infancia se asomaba a aquel mundo al calor de la estufa del casino para ver arder la llama de las piñas y fuegos que perduran en el tiempo. Recuerdo la estación primaveral y su color verde que anunciaba vida, otros colores la quitaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario