A veces hace falta un retiro espiritual para salir de rutinas y obligaciones que uno mismo se impone para restaurar el deterioro de la vida cotidiana. Hay que encontrar la magia de la reflexión y el silencio y desprenderse de la tela de araña que el tiempo teje en la mente. Tal vez en la meditación y la quietud se encuentre la calma de las tempestades que origina vivir y, en ese mar muerto, encontrar las olas de la paz.
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