Siempre me fascina el mundo de la tercera edad y aquellos que superan otras barreras. Hay pasión desmedida por ver la longevidad de personas con el futuro menguado. De ahí que pasee por el pueblo observando con detenimiento a ilustres del paso corto. Es una maravilla prestar atención a veces a los no atendidos, dedicarles una mirada amable que no vista produce el bienestar de no ocultarla y la palabra llena de sensibilidad que da calor sin encender estufas. Invertir el tiempo en él, devenga lo que es difícil de explicar. Ese escaparate que nos ofrece la vida a mí me enamora y me conmueve porque no son maniquíes, sino cuerpos y almas que han ganado al menos la utopía del cielo.
Este post, por supuesto, con tu permiso, se lo dedico a aquel que te acusaba de solo amontonar palabras poco utilizadas
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